jueves, 28 de abril de 2011

2º | La propaganda







4º | Viola Acherontia, Leopoldo Lugones


Lo que deseaba aquel extraño jardinero, era crear la flor de la muerte. Sus tentativas
se remontaban a diez años, con éxito negativo siempre, porque considerando al vegetal sin
alma, ateníase exclusivamente a la plástica. Injertos, combinaciones, todo había ensayado.
La producción de la rosa negra ocupóle un tiempo; pero nada sacó de sus investigaciones. Después interesáronlo las pasionarias y los tulipanes, con el único resultado de dos o tres ejemplares monstruosos, hasta que Bernardin de Sain-Pierre lo puso en el buen camino, enseñándole como puede haber analogías entre la flor y la mujer encinta, supuestas ambas capaces de recibir por “antojo” imágenes de los objetos deseados.
Aceptar este audaz postulado, equivalía a suponer en la planta un estado mental suficientemente elevado para recibir, concretar y conservar una impresión; en una palabra, para sugestionarse con intensidad parecida a la de un organismo inferior. Esto era, precisamente, lo que había llegado a comprobar nuestro jardinero.
Según él, la marcha de los vástagos en las enredaderas obedecía a una deliberación seguida por resoluciones que daban origen a una serie de tanteos. De aquí las curvas y acomodamientos, caprichosos al parecer, las diversas orientaciones y adaptaciones a diferentes planos, que ejecutan guías, los gajos, las raíces. Un sencillo sistema nervioso presidía esas oscuras funciones. Había también en cada planta su bulbo cerebral y su corazón rudimentario, situados respectivamente en el cuello de la raíz y en el tronco. La semilla, es decir el ser resumido para la procreación, lo dejaba ver con toda claridad. El embrión de una nuez tiene la misma forma del corazón, siendo asaz parecida al cerebro la de los cotileidones. Las dos hojas rudimentarias que salen de dicho embrión, recuerda
con bastante claridad dos ramas bronquiales cuyo oficio desempeñan la germinación.
Las analogías morfológicas, suponen casi siempre otras de fondo; y por esto la sugestión ejerce una influencia más vasta de lo que se cree sobre la forma de los seres. Algunos clarividentes de la historia natural, como Michelet y Fries, presintieron esta verdad que la experiencia va confirmando. El mundo de los insectos, pruébalo enteramente. Los pájaros ostentan colores más brillantes en los países cuyo cielo es siempre puro (Gould). Los gatos blancos y de ojos azules, son comúnmente sordos (Darwin). Hay peces que llevan fotografiadas en la gelatina de su dorso, las olas del mar (Strindberg). El girasol mira constantemente al astro del día, y reproduce con fidelidad su núcleo, sus rayos y sus manchas (Saint-Pierre).
He aquí un punto de partida. Bacon en su Novum Organum establece que el canelero y otros odoríferos colocados cerca de lugares fétidos, retienen obstinadamente el aroma, rehusando su emisión, para impedir que se mezcle con las exhalaciones graves...
Lo que ensayaba el extraordinario jardinero con quien iba a verme, era una sugestión sobre las violetas. Habíalas encontrado singularmente nerviosas, lo cual demuestra, agregaba, la afección y el horror siempre exagerados que les profesan las histéricas, y quería llegar a hacerlas emitir un tósigo mortal sin olor alguno: una ponzoña fulminante e imperceptible. Qué se proponía con ello, si no era puramente una extravagancia, permaneció siempre misterioso para mí. Encontré un anciano de porte sencillo, que me recibió con cortesía casi humilde. Estaba enterado de mis pretensiones, por lo cual entablamos acto continuo la conversación sobre el tema que nos acercaba.
Quería sus flores como un padre, manifestando fanática adoración por ellas. La hipótesis y datos consignados más arriba, fueron la introducción de nuestro diálogo; y como el hombre hallara en mí un conocedor, se encontró más a sus anchas.
Después de haberme expuestos sus teorías con rara precisión, me invitó a conocer sus violetas.
—He procurado —decía mientras íbamos— llevarlas a la producción del veneno que deben exhalar, por una evolución de su propia naturaleza; y aunque el resultado ha sido otro, comporta una verdadera maravilla; sin contar con que no desespero de obtener la exhalación mortífera. Pero ya hemos llegado; véalas usted.
Estaban al extremo del jardín, en una especie de plazoleta rodeada de plantas extrañas. Entre las hojas habituales, sobresalían sus corolas que al pronto tomé por pensamientos, pues eran negras.
—¡Violetas negras!— exclamé.
—Sí, pues; había que empezar por el color, para que la idea funebre se grabara mejor en ellas. El negro es, salvo alguna fantasía china, el color natural del luto, puesto que lo es de la noche: vale decir de la tristeza, de la disminución vital y del sueño, hermano de la muerte. Además estas flores no tienen perfume, conforme a mi propósito, y éste es otro resultado producido por un efecto de correlación. El color negro parece ser, en efecto, adverso al perfume; y así tiene usted que sobre mil ciento noventa y tres especies de flores blancas, hay ciento setenta y cinco perfumadas y doce fétidas; mientras que sobre dieciocho especies de flores negras, hay diecisiete inodoras y una fétida.
Pero esto no es lo interesante del asunto. Lo maravilloso está en otro detalle, que requiere, desgraciadamente, una larga explicación...
—No tema usted, respondí; mis deseos de aprender son todavía mayores que mi curiosidad.
—Oiga usted, entonces, como he procedido:
Primeramente, debí proporcionar a mis flores un medio favorable para el desarrollo de la idea fúnebre; luego, sugerirles esta idea por medio de una sucesión de fenómenos; después poner su sistema nervioso en estado de recibir la imagen y fijarla; por último, llegar a la producción del veneno, combinando en su ambiente y en su savia diversos tósigos vegetales. La herencia se encargaría del resto.
Las violetas que usted ve, pertenecen a una familia cultivada bajo ese régimen durante diez años.
Algunos cruzamientos, indispensables para prevenir la degeneración, han debido retarda un tanto el éxito final de mi tentativa. Y digo éxito final, porque conseguir la violeta negra e inodora, es ya un resultado.
Sin embargo, ello no es difícil; redúcese a una serie de manipulaciones en las que entra por base el carbono con el objeto de obtener una variedad anilina. Suprimo el detalle de las investigaciones a que debí entregarme sobre las toluidinas y los xilenos, cuyas enormes series me llevarían muy lejos, vendiendo por otra parte mi secreto. Puedo darle, no obstante, un indicio: el origen de los colores que llamamos anilinas, es una combinación de hidrógeno y carbono; el trabajo químico posterior, se reduce a fijar oxigeno y nitrógeno, produciendo los álcalis artificiales cuyo tipo es la anilina, y obteniendo derivados después. Algo semejante he hecho yo. Usted sabe que la clorofila es muy sensible, y a esto se debe más de un resultado sorprendente.
Exponiendo matas de hiedra a la luz solar, en un sitio donde ésta entraba por aberturas
romboidales solamente, he llegado a alterar la forma de su hoja, tan persistentemente, sin embargo, que es el tipo geométrico de la curva cisoides; y luego, es fácil observar que las hiervas rastreras de un bosque, se desarrollan imitando los arabescos de la luz a través del ramaje...
Llegaremos ahora al procedimiento capital. La sugestión que ensayo sobre mis flores es muy difícil de efectuar, pues las plantas tienen su cerebro debajo de la tierra: son seres inversos. Por esto me he fijado más en la influencia del medio como elemento fundamental. Obteniendo el color negro de las violetas, estaba conseguida la primera nota fúnebre. Planté luego en torno, los vegetales que usted ve: estramonio, jazmin y belladona. Mis violetas quedaban, así, sometidas a influencias química y fisiológicamente fúnebres. La solanina es, en efecto, un veneno narcótico; así como la daturina contiene hioscyamina y atropina, dos alcaloides dilatadores de la pupila que producen megalopsia, o sea el agrandamiento de los objetos. Tenía, pues, los elementos del sueño y de la alucinación, es decir dos productores de pesadillas; de modo que a los efectos específicos del color negro, del sueño y de las alucinaciones, se unía el miedo. Debo añadirle que para redoblar las impresiones alucinantes, planté además el beleño, cuyo veneno radical es precisamente la hioscyamina.
—¿Y de qué sirve puesto que la flor no tiene ojos? —pregunté.
—Ah señor, no se ve únicamente con los ojos —replicó el anciano—. Los sonámbulos ven con los dedos de la mano y con la planta de los pies. No olvide usted que aquí se trata de una sugestión.
Mis labios rebosaban de objeciones; pero callé, por ver hasta dónde iba a llevarnos el desarrollo de tan singular teoría.
—La solanina y la daturina, —prosiguió mi interlocutor— se aproximan mucho a los venenos cadavéricos, ptomainas y leucomainas, que exhalan los olores de jazmín y de rosa. Si la belladona y el estramonio me dan aquellos cuerpos, el olor está suministrado por el jazminero y por ese rosal cuyo perfume aumento, conforme a una observación de Candolle, sembrando cebollas en sus cercanías. El cultivo de las rosas está ahora muy adelantado, pues los injertos han hecho prodigios; en tiempo de Shakespeare se injertó recién las primeras rosas en Inglaterra...
Aquel recuerdo que tendía a halagar visiblemente mis inclinaciones literarias, me conmovió.
—Permítame —dije— que admire de paso su memoria verdaderamente juvenil.
—Para extremar aun la influencia de mis flores —continuó él, sonriendo vagamente— he mezclado a los narcóticos plantas cadavéricas. Alunos arum y orchis, una stapelia aquí y allá, pues sus olores y colores recuerdan los de la carne corrompida. Las violetas sobreexcitadas por su excitación amorosa natural, dado que la flor es un órgano de reproducción, aspiran el perfume de los venenos cadavéricos añadido al olor del cadáver mismo; sufren la influencia soporífica de los narcóticos que las predisponen a la hipnosis, y la megalopsia alucinante de los venenos dilatadores de la pupila. La sugestión fúnebre comienza así a efectuarse con toda intensidad; pero todavía aumento la sensibilidad anormal en que la flor se encuentra por la inmediación de estas potencias vegetales, aproximándole de tiempo en tiempo una mata de valeriana y de espuelas de caballero cuyo cianuro la irrita notablemente. El etileno de la rosa colabora también en este sentido.
Llegamos ashora al punto culminante del experimento, pero antes deseo hacerle esta advertencia:
el ¡ay! humano es un grito de la naturaleza.
Al oír este brusco aparte, la locura de mi personaje se me presentó evidente; pero él, sin darme tiempo a pensarlo bien siquiera, prosiguió:
—El ¡ay! es, en efecto, una interjección de todos los tiempos. Pero lo curioso es que entre los animales también sucede también así. Desde el perro, un vertebrado superior, hasta la esfinge calavera, una mariposa, el ¡ay! es una manifestación de dolor y de miedo. Precisamente el extraño insecto que acabo de nombrar y cuyo nombre proviene de que lleva una calavera dibujada en el lomo, recuerda bien la fauna lúgubre en la cual el ¡ay! es común. Fuera inútil recordar a los búhos; pero sí debe mencionarse a ese extraviado de las selvas primitivas, el perezoso, que parece llevar el dolor de su decadencia en el ¡ay! específico al cual debe uno de sus nombres...
Y bien; exasperado por mis diez años de esfuerzos, decidí realizar ante las flores escenas crueles que las impresionaran más aún, sin éxito también; hasta que un día...
...Pero aproxímese, juzgue por usted mismo.
Su cara tocaba las negras flores, y casi obligado hice lo propio. Entonces -cosa inaudita- me pareció percibir débiles quejidos. Pronto hube de convencerme. Aquellas flores se quejaban en efecto, y de sus corolas oscuras surgía una pululación de pequeños ayes muy semejantes a los de un niño. La sugestión habíase operado en forma completamente imprevista, y aquellas flores, durante toda su breve existencia, no hacían sino llorar.
Mi estupefacción había llegado al colmo, cuando de repente una idea terrible me asaltó. Recordé que al decir de las leyendas de hechicería, la madrágora llora también cuando se la ha regado con la sangre de un niño; y con una sospecha que me hizo palidecer horriblemente, me incorporé.
—Como las madrágoras —dije.
—Como las madrágoras —repitió él, palideciendo aún más que yo.
Y nunca hemos vuelto a vernos. Pero mi convicción de ahora es que se trata de un verdadero bandido, de un perfecto hechicero de otros tiempos, con sus venenos y sus flores de crimen.
¿Llegará a producir la violeta mortífera que se propone? ¿Debo entregar su nombre maldito a la publicidad?...




sábado, 9 de abril de 2011

la pata de mono | el recomendado para el finde

Un cuento de W. W. Jacobs en la voz de Alberto Laiseca.
Una de las tanteas formas de entender el mundo. En este caso, en clave fantástica, con algunos detalles algo escabrosos y oscuros. 
La ley de las compensaciones que determina que nada es gratuito. A grandes dones, grandes sacrificios.
O algo así...


para escuchar ejecutar el video hacé click aquí

jueves, 7 de abril de 2011

¿Qué es la literatura? | 4to año


¿Qué es la literatura?

Un poco de historia…

La literatura en la Antigüedad Clásica
El modelo poético clásico de Aristóteles fue recuperado en el neoclasicismo por los preceptistas. Aristóteles fue discípulo de Platón, pero se separó pronto de su maestro para crear su propio sistema filosófico. Horacio, desde Roma, fue uno de los más firmes continuadores de Aristóteles y todas sus ideas.
Desde el siglo V a.C. asistimos en Grecia a un interés por analizar y reflexionar sobre el lenguaje. Así, los griegos elaboran un trivium relativo al lenguaje: gramática, dialéctica y retórica; esta última, la más valorada por Aristóteles para crear la Poética.
La Retórica se define como el arte de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al lenguaje, escrito o hablado, eficacia para persuadir, deleitar o conmover. Así va a ser como la retórica da origen a la primera Teoría de la literatura, que va a llegar en el siglo IV a.C. con la Poética de Aristóteles. La lengua cotidiana no servía para expresarse ante un tribunal, además de explicar debían de convencer. En su época original, la retórica no tenía que ver con la literatura, sino que tenía un fin político.
El fin del modelo clásico seguía todas las pautas aristotélicas, y se basaba siempre en el concepto de mímesis: lo más parecido posible a la realidad. Lo verosímil, lo creíble. “A veces es preferible lo imposible convincente que lo posible increíble”. La literatura, según Aristóteles (y en contraposición a Platón), no procede de la inspiración divina, sino de la técnica del poeta; es arte, técnica, trabajo sobre el lenguaje.
Horacio, por su parte, distinguía una serie de principios básicos a la hora de hablar de poética (siempre según los ideales filosóficos de Aristóteles):
·   El buen gusto
·   El estilo puro
·   El decoro
·   Enseñanza placentera, gozosa
Tras el barroco, se impone de nuevo un movimiento que busca el equilibrio clásico. Se impone una estética normatizada, aristotélica por excelencia: el Neoclasicismo.
El referente del Neoclasicismo es Aristóteles, y se impone la Poética como una norma férrea, a través de los llamados “preceptistas”, conocidos como la “policía aristotélica”. El Neoclasicismo surge en Francia en el siglo XVIII. Va a representar en las literaturas europeas una reacción contra el barroco, impulsando el pensamiento racionalista que impera en toda la Europa culta. Aparece el “Discurso de Método”, de Descartes. Estamos en el siglo de las luces, de la Ilustración, donde hay una confianza absoluta en la razón y en el método. Surge la Academia francesa, la enciclopedia por Diderot y D´Alemberd. Es el momento del absolutismo monárquico, y el rey termina con la aristocracia y se pone del lado de la burguesía, como clase promotora del arte.
El Discurso del Método de Descartes le sirvió para prologar tres obras referidas a tres disciplinas. Descartes es el primer paso hacia esa búsqueda de soluciones a la crisis del barroco. Él se basa en un espíritu de positivismo científico que surge en el siglo XVII, al amparo de los avances de la época. Pensaba que si el método científico servía para solucionar estas áreas, aplicado en las áreas humanas, también daría respuestas al hombre. Se basó en la firmeza de las matemáticas, para aplicarlas a la filosofía. Cree que la certeza de las matemáticas también será posible en la razón humana, e intentará llevarlo a cabo.
El concepto de mímesis:
A través de la mímesis se consigue la verosimilitud: imitación de la realidad a través de modelos previos. Esta mímesis puede aparecer en el neoclasicismo en tres grados, según los preceptistas:
  TEORÍA DEL CALCO: copia exacta de la realidad.
  TEORÍA DEL PARECIDO: se parte de una historia real y se eliminan los elementos que resulten poco decorosos.
  TEORÍA DE LA IDEALIZACIÓN: lo real, mejorado hasta la idealización.
Estos tres grados miméticos están regulados en cuanto al estilo utilizado por el autor. Al igual que en la antigüedad latina, los neoclásicos distinguían tres estilos que no se podían mezclar:
 Gravis
 Mediocris
 Humilis
El decorum horaciano refiere a la cuestión del buen gusto. La literatura debe tener una función moral, se trata de regular la literatura con la máxima horaciana: adoctrinar y deleitar.
El espectador de tragedias aprende de lo que le sucede a los personajes, que son víctimas de las pasiones. Las tragedias son obras que se centran en la rectitud del hombre, en el problema de la dominación de las pasiones.

La literatura del XVIII: el Neoclasicismo

Características
En literatura se impuso el Neoclasicismo: los autores ilustrados buscaron un nuevo modelo estético que respondiera a sus aspiraciones de mejora de la sociedad, de aplicación del pensamiento racionalista y de divulgación del conocimiento. Esto explica que triunfaran los principios clásicos, basados en la armonía y el equilibrio, y que se rechazaran los excesos de la imaginación y de la expresión que habían caracterizado a la literatura barroca. Al igual que había sucedido en el Renacimiento, el arte clásico se convirtió en el modelo de los ilustrados.
La literatura neoclásica queda también sujeta a la razón. Se escriben por entonces tratados que establecen las reglas a las que se debe someter toda obra literaria, como la Poética de Luzán (1737). En el siglo XVIII se defendían los siguientes principios en literatura:
  • La obra debía responder a un modelo universal y tenía que ser un reflejo de la realidad, ajustado a los principios de verosimilitud y decoro.
  • Las creaciones debían seguir la preceptiva clásica, sin mezclar lo trágico y lo cómico.
  • La literatura debía tener esencialmente una intención didáctica. La obra literaria había de cumplir el principio clásico de «enseñar deleitando». Sin embargo, el arte dieciochesco produjo también una literatura de inspiración clásica en la que se recreaban los placeres de la vida dentro de un entorno natural poblado por figuras mitológicas.
  • La creación literaria se guía por la razón, por lo que los escritores manifiestan su espíritu crítico ante el mundo que los rodea.
A finales del siglo, algunos escritores rechazan la rigidez de la normativa neoclásica y ensalzan los sentimientos por encima de la razón. Este movimiento se denomina Prerromanticismo, ya que anuncia ciertas características románticas.
Principales géneros de la literatura neoclásica
El espíritu crítico y el afán didáctico impregnan los géneros tradicionales y fomentan el desarrollo de otros, como el ensayo o la fábula.
El ensayo permite la divulgación del pensamiento ilustrado. Los principales ensayistas son Benito Jerónimo Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos.
En el campo de la prosa de ficción, destacan la novela Fray Gerundio de Campazas, del padre Isla, y las obras de José Cadalso: Cartas marruecas, en la que la sátira social se vale del género epistolar, y Noches lúgubres.
La poesía se va a guiar por los criterios de didactismo y «buen gusto» y por la admiración a los autores grecolatinos propia de la época. Así, se desarrolla una poesía utilitaria y filosófica junto a una lírica sensorial de inspiración clasicista, que recupera géneros como las anacreónticas o que regresa a la ambientación bucólica. Ambas tendencias están representadas por Juan Meléndez Valdés, el poeta más significativo del siglo. La poesía en boca de pastores permite al autor neoclásico expresar sus sentimientos de una forma indirecta. Por su parte, las anacreónticas deben su nombre al poeta griego Anacreonte; en ellas se transmiten los deleites de la vida y se tratan temas como el amor, los banquetes y el vino. Asimismo, se recupera la fábula, género que se adapta perfectamente a la intención ilustrada de enseñar deleitando. Sus principales cultivadores son Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego.

Platonismo y romanticismo: el triunfo de la libertad y el genio poético.
Desde finales del siglo XVIII van a aparecer una serie de escritores alemanes primitivistas “STURM UND DRANG”: fuerza y empuje, movimiento que va a marcar el origen del Romanticismo en Europa. Su interés va a estar en lo gramático-medieval, y buscan la raíz popular.
Estos primitivistas dicen que la poesía es más valiosa estéticamente cuando se reflejan los valores primitivos de un pueblo. Para ellos, Atila tiene mucho más valor poético que Voltaire. Hay una fascinación por los caudillos bárbaros, por los héroes sanguinarios; y poco a poco se va instalando en el pensamiento de la época que el ideal de vida no está en la armonía griega, sino en la inquietud de los pueblos. Lo clásico se va quedando desfasado.
Otro primitivista, Lessing, se declaró en rebeldía abierta en contra del neoclasicismo francés. Decía que una cosa no era bella por ajustarse al ideal clásico, sino que debe medirse por el grado de sentimiento que despierte.
Con el Sturm und Drang se va a atacar a Aristóteles. El escritor del prerromanticismo (ya que el Sturm und Drang no es propiamente romántico) aspira a llegar a un fin estético según su subjetividad, sin estar obligado a seguir una serie de normas. Comienzan a fraguarse literatos como la violencia, la pasión, el impulso, la creatividad... comienza a triunfar la sensibilidad sobre la razón.
La literatura prerromántica comienza a divulgar los secretos del alma humana, comienzan a aparecer textos intimistas, de corte confeccionalista. Los prerrománticos europeos, sobre todo alemanes e ingleses, han sido definidos como la primera generación de “egotistas”: culto al yo. Escritores a los que sólo les interesa relatar sus tormentos internos. La obra más representativa de este prerromanticismo es el “WERTHER” de Goethe.
En Inglaterra va a surgir una línea de escritores contra el neoclasicismo: Macpherson, Gray y Young.
En Francia las publicaciones de Rosseau y Diderot narran la línea de lo que se convertirá en la literatura romántica.
A principios del siglo XIX ya se puede hablar de Romanticismo como tal, en una línea sentimental. Con el romanticismo se inaugura una polémica teórica que dura hasta la actualidad: los antiguos contra los modernos. La fecha del punto de partida del romanticismo es en 1798 cuando los hermanos Schlegel publican en la revista Athenaium unos fragmentos referidos a la polémica entre clásicos y modernos. En estos fragmentos los Schlegel defienden una sensibilidad literaria progresista y positiva, basada en los valores individuales y en el yo poético. Definen al neoclasicismo como algo antiguo y detestable. Además, se plantean la teoría y la crítica literaria como un oficio, en contra de lo que hacían los preceptistas del siglo XVIII. Al tener este conocimiento tienen una facultad crítica que les permite dar las causas de la oposición antiguo-moderno. Distinguieron, incluso, entre poesía clásica y poesía romántica.
En muchos textos de los románticos, los símbolos están relacionados con la rebelión contra Dios y el mundo. Satán es uno de los grandes símbolos románticos, es la personificación de la rebeldía. Caín, también, como hermano malo es otro de los elementos recurrentes del romanticismo; bandidos, piratas, caudillos, príncipes sangrientos... Otro de los grandes símbolos va a ser Prometeo; semidiós que roba el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres y es castigado. Su muerte como victoria al no ceder va a ser otro símbolo trabajado por los románticos.
Entre el siglo XVIII y el XIX hemos dado un cambio abismal. En el Neoclásico la literatura se hacía como sumisión a unas normas, mientras que en el Romántico la literatura es cuestión de genio, de arrebato. Se hablaba de espíritus elegidos, con algo que les hacía superiores; surgen así una serie de teorías de la genialidad. Herder es el creador de la teoría del genio. Considera que el arte verbal es producto de la genialidad individual de un autor y, por tanto, esta genialidad no tiene por qué ser coartada mediante preceptos. Para él la poesía es el arte de la imaginación en libertad, es el resultado totalmente libre de la inventiva del poeta. Para Herder la tarea del crítico debe ser contraria a la de los preceptistas; tiene que ser una labor de empatía, debe empatar con el escritor, debe conectar espiritualmente con el creador de la obra. No debe haber frialdad entre ellos.
El que va a dar una categoría más científica del genio de Herder va a ser el filósofo Kant. Va a aplicar esta teoría a las artes en general, y le va a dar un valor filosófico que afecta al orden estético. Para Kant el arte es autónomo, pero la BELLEZA hasta este momento ha sido una cuestión de norma. Kant dice que no hay reglas para la belleza, sino gustos momentáneos que son impuestos por una élite cultural. Así lo que se consideraba bello en el medievo, no lo resultaba en el renacimiento. Para Kant es el gusto individual lo que debe determinar la belleza. Dice que no se deben seguir unas normas generales, impuestas por esa élite cultural que marca el imaginario de la época.
Según Kant, el artista es un genio, un ser diferente al resto de la sociedad, dotado de una capacidad innata para captar y crear la belleza. Dice que el artista no es dueño racional de su obra, no la puede explicar con leyes. Lo máximo a lo que puede llegar es a decir cuándo y cómo le surgió la inspiración, en qué se inspiró... hay una zona oscura donde la palabra llega por sí misma, y que ni siquiera el autor puede explicar.
Por su parte, Platón se interesa por el mundo de las ideas, lo abstracto, lo eterno. Platón, por tradición socrática, rechaza el texto escrito. Defiende los valores de la cultura aristocrática. Para Platón, la utilización de la retórica no era filosóficamente válida porque él solo le concede importancia a valores como la verdad, la belleza... para él no había un ideal ético, porque se les pagaba para que utilizaran el lenguaje.
En definitiva, Platón, que va en busca de la verdad, rechaza tanto a retóricos como a los poéticos. Piensa que los poetas son utilizados por los dioses para transmitir mensajes engañosos. Dice que los poetas son intérpretes de los dioses, y que esa imaginación y ese genio de los que hablaba Kant no son cosa del autor, sino que tienen un poder divino. Esa belleza en los poemas no es cosa de los humanos, ni de la técnica; es cosa de los dioses.
También Goethe desarrolló esta cuestión de la individualidad del escritor como genio. Para él el poeta es amoral, es el creador de su propia ética y moral; el poeta es un individuo libre. Goethe también inaugura una corriente teórica que aún hoy se sigue trabajando, que es la literatura “comparada”:





Según Wikipedia


En sentido estricto
En el Diccionario de Autoridades (1734), Literatura es el conocimiento y ciencias de las letras. Etimológicamente deriva de la palabra latina LITTERA, que significa "letras". En el siglo dieciséis en España, Literatura designaba a los manuscritos legales, y a las artes y las letras. En el Diccionario de la Real Academia Española, (1992) el término se aplica al arte que emplea como instrumento la palabra, que comprende las obras con una intención estética. En el Diccionario de Uso del Español de María Moliner se define como el «arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita» y, como segunda acepción, conjunto de obras literarias.
De acuerdo con el Diccionario Internacional de Literatura y Gramática Filosófica de Guido Gómez, la palabra literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente de expresar ideas de interés general y permanente.
En sentido amplio
  1. El conjunto de obras escritas de ficción con una finalidad lúdica.
  2. Producciones escritas por autores–creadores y avaladas por la crítica literaria.
  3. Clase de escritos que se distinguen por su belleza de estilo o expresión, su preocupación por la forma, a diferencia de los tratados científicos o trabajos en los que es prioritario el contenido sobre la preocupación estética.
  4. Arte que crea belleza por medio de las palabras. Es una de las Bellas Artes, junto con la Arquitectura, la Escultura, la Pintura, la Música, la Declamación y la Danza.
  5. Conjunto de obras literarias producidas en una época: Literatura barroca, literatura romántica...
  6. Bibliografía existente acerca de un tema específico.
  7. Compendio de obras literarias de un país o de una nación a través de la historia .
  8. En su más amplia acepción, por literatura se entiende todo lo relacionado con las letras, particularmente las escritas, y podría definirse como "el conjunto de la producción escrita"; "alles was geschrieben ist, ist literatur" (todo lo que esta escrito, es literatura).

(…)

El término literatura y sus adjetivos

Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre qué es literatura y cómo el concepto se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.
Si se considera la literatura de acuerdo con su extensión y su contenido, la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormentem por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.
Según el objeto, la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; histórico–crítica si el enfoque de su estudio es genealógico; comparada, si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; comprometida si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; pura si sólo se propone como un objeto estético; ancilar, si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.
Según los medios expresivos y procedimientos, Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios, universales que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; lírico, épico y dramático. Manifestaciones Líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; Épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y Dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándolos a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el género didáctico. El fenómeno literario ha estado siempre en constante evolución y transformación, de tal modo que el criterio de pertenencia o no de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, al variar el concepto de “arte literario”.

Según el Diccionario de la Real Academia Española
literatura.
(Del lat. litteratūra).
1. f. Arte que emplea como medio de expresión una lengua.
2. f. Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. La literatura griega. La literatura del siglo xvi.
3. f. Conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia. Literatura médica. Literatura jurídica.
4. f. Conjunto de conocimientos sobre literatura. Sabe mucha literatura.
5. f. Tratado en que se exponen estos conocimientos.
6. f. desus. Teoría de las composiciones literarias.

Qué significa la literatura para…?

 Jorge Luis Borges
¿Qué representa para usted la Literatura?
- Tantas cosas... Cuando estoy solo, continuamente estoy tramando poemas, cuentos, fábulas, porque tengo que poblar mi soledad. Y a mi edad es fácil estar solo. Por ejemplo, yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo. Hay que dejar a los temas que elijan, pues cada tema sabe si quiere ser escrito en verso libre, en una forma clásica o en prosa. No pienso en la comunicación, yo escribo corrijo los borradores mentalmente, desde que no tengo vista, y finalmente los publico
(fragmento de nota de Julio Cesar Calistro)

Isidoro Blaisten
Algo de bueno sucede en la literatura -reflexiona Blaisten. Ocurre que en los últimos veinte años en el país pasó tanto agua bajo el puente que estuvimos inundados, a punto de ahogamos en una de las noches más negras de nuestra negra historia. Existió una inundación espiritual además, un ahogo del alma. Sin embargo en esos veinte años se produjeron Rayuela, Adán Buenosayres, las obras completas de Borges. Ahora estamos atisbando el fulgor, cierta esperanza por el país y en literatura nos encontrarnos con el afinamiento de un lenguaje propio. Esa cosa íntima, nuestra. Esa forma de escribir rioplatense que nos distingue del resto de la América que produce en español y del resto del mundo. Eso que hace que ante la lectura de un texto uno pueda decir con certeza que está escrito por un argentino. Y ese idioma nace en Borges."
La literatura es un trabajo, que el arte, guste o no, es forma. O como decía Jean Paul Sartre es poner en forma. Así como para pintar un cuadro hay que aprender primero a dibujar -dice el escritor- hay que admitir que las medidas, las formas, las equivalencias no están para joderte la vida. están para ayudarte. Hay gente que me dice: Ah. no, yo escribo lo que siento. Está bien, uno puede pensar que tiene un hermoso sufrimiento, pero eso no le importa a nadie. La literatura es cruel. Uno puede escribir la letra de Anclao en París estando en Madrid, fumando cigarrillos egipcios y con pijama de seda. De todos modos el que escucha el tango, llora. Esas son las contradicciones del arte de escribir. Del oficio de escritor."
(fragmentos de nota de Miguel Russo, La Maga, 28-11-91)

Adolfo Bioy Casares  
Sigue síendo lo mas importante, porque creo que refleja la inteligencia y la sinceridad de las mejores personas que vivieron sobre la tierra.
(fragmento de entrevista de Daniel Aguilera, revista Noticias, 13-11-94)
Juan José Saer
Para mí no son los escritores los que cuentan, son los textos. Yo nunca conocí a Faulkner, a Cervantes o a Kafka, son los textos los que valen, y no todos por igual. Los poemas de Cervantes son ilegibles. El último libro de Cervantes no fue El Quijote, fue el Persiles, un libro retórico, pero que parece indicar que él no estaba contento con El Quijote. Además, el espíritu sopla donde quiere. Un texto funciona por lo que es y no por lo que se propone. Hay poetas extremadamente cultos que son insoportables, y otros mucho más simples que son magníficos. Se puede ser profundo, culto, inteligente, tener la mejor intención del mundo y escribir unas cosas infectas y con ligereza, como es el caso de tantos eruditos del Siglo de Oro frente a Cervantes. Esos humanistas que hoy son totalmente indigestos eran los hombres cultos de la época. Los otros eran unos pobres diablos, como lo fue Shakespeare por un buen tiempo, como lo fue Cervantes. La cosa prende de manera inesperada y en los lugares más inesperados. Vallejo es uno de los grandes poetas del siglo xx en cualquier idioma. Nada lo predestinaba. Crea sus poemas por los caminos más insospechados, que no se explican por la situación y circunstancia de su época. Ni siquiera por la vanguardia, porque en Vallejo hay un elemento autóctono, un elemento campesino, que no está en los cánones de la vanguardia. Podríamos decir que hay una mezquindad de vida, de pobreza, que le da grandeza a su poesía.
(fragmento de diálogo con Ana Inés Larre Borges, Brecha, Uruguay)

Andrés Rivera
Dicen que la lectura da placer y es verdad. Y la escritura también da placer, siempre, aun si uno escribe algo que va a ir al tacho de la basura. Da placer, da mucho placer. Flaubert hablaba de cópula. Eso es, exactamente, lo que pasa. En mi caso es una sensacion muy parecida.

(fragmento de nota de Miguel Russo y Gabriela Timann, La Maga, 03-04-96)

Alberto Laisecca
Tengo la impresión de que los escritores hemos tenido que combatir mucho, en algún período de nuestras vidas, con las abstracciones, contra el no aceptar nuestra vida. Yo hace años que vencí eso, pero tenía un amigo que hablaba de árboles, pájaros, flores, y jamás había visto un pájaro ni nada. Por supuesto había ido alguna vez a una plaza, pero le daba lo mismo un gomero que un eucalipto; no le daba bola. Y era un genio. Pero ¿de qué te sirve ser genial si rechazás la vida? Es un problema de los escritores: demasiada abstracción.

(fragmento de nota de Flavia Costa, diario La Nación Line, 23-05-99)

Jorge Boccanera
Yo no creo que ni la poesía ni la literatura en general tenga que ver con la tristeza o con la alegría, ni con el pesimismo ni con el optimismo, sino con la intensidad de la vida, en la que uno llora y ríe al mismo tiempo. Si por la tristeza fuera, no leeríamos a Vallejo, que nos parece demasiado triste, porque uno no lee por masoquismo. Lo importante de la literatura es que ella ilumina momentos profundos del ser humano, profundas intensidades. Lo importante es que el poeta, el buen poeta, o el buen escritor, es capaz de captar esa intensidad y trasmitirla.
(fragmento de entrevista)

Rodrigo Fresán
Creo que va a haber una revancha para la literatura: volveremos y seremos millones. Cuando se habla tanto de la invasión y la dictadura de la imagen, yo siempre pienso en algo que puede sonar lírico o ingenuo pero que funciona. En el aspecto formal, una pantalla de televisión, por ejemplo, es como el marco de una ventana donde el paisaje está muy acotado. El libro, en cambio, es como una puerta: uno entra en él y puede perderse en su mundo. Cheever antes de morir dijo algo muy interesante al respecto: "Lo que voy a escribir ahora es lo último que tengo para decir y creo que pienso en el éxodo al decirlo... La literatura ha sido la salvación de los malditos, la literatura ha inspirado y guiado a los amantes, ha encauzado la desesperación, y puede tal vez en este caso salvar al mundo". Lo dijo él antes que yo.
(fragmento de nota de María Sonia Cristoff , diario La Nación Line, 05-08-98)

Luis Gusmán
Creo haber encontrado una forma de captar algo de la realidad más cotidiana sin caer en el populismo, del que trato de escaparme. Durante mucho tiempo me volví muy hermético porque no encontraba la vuelta para contar una historia (como ésta, por ejemplo) desde una perspectiva que tuviera elementos referenciales, pero sin ser populista. Nunca, hasta ahora, me animé a poner Talcahuano o Corrientes y decía esa calle poblada de luces fantasmales y solamente yo sabía de qué estaba hablando. Pude volver territoriales mis novelas sin caer en el espejo. Habría que pensar por qué en la literatura argentina no se logra alcanzar a un lector más común ?sin identificar común con simple, sin intenciones despectivas? sin asociarlo con esa ideología del dulce de leche, tan pegajosa y sentimentaloide
(fragmento de nota de Laura Isola, diario Pagina 12, 25-07-99)